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miércoles, 28 de mayo de 2008

El Gato Muerto en El Salvador

El gato negro había sido atropellado en una calle polvorienta a la salida de un pueblo salvadoreño. Por el mal olor que traía el viento, todo indicaba que llevaba muerto varios días. Como suele suceder cuando muere un animal en la calle, nadie había decidido enterrar el gato. Pregunté a una persona cuya casa estaba enfrente dónde estaba el gato muerto, por qué no lo había enterrado. No es mío, me dijo, cómo que el olor no le molestase.
Resulta absurdo que alguien no se haya molestado en enterrar el gato muerto. Muchas veces las personas esperan que alguien haga las cosas por ellas.
De igual forma, hace tiempo que en El Salvador el gato está muerto, y nadie se ha molestado en enterrarlo. Es imposible seguir viviendo como que el mal olor no nos afectará.
El mal olor proviene de varias partes. El nivel de violencia contra la población sigue en aumento. Las pandillas siguen aterrorizando a poblaciones enteras. Roban, extorsionan, violan y matan a mujeres y niñas. Se burlan de la justicia.
La gente no tiene confianza de que sus vidas mejoren en los próximos años. Los políticos están cada vez más alejados de la gente. Hay pocas oportunidades para los jóvenes. El salvadoreño sigue pensando que su futuro está en emigrar hacía Estados Unidos, y no en El Salvador.
El sistema judicial hace tiempo que está agonizando. La corrupción no reconoce partido político. Es como una enfermedad crónica, como el cáncer que mata a pobres y ricos. La justicia salvadoreña ha sido incapaz de procesar a la gran mayoría de funcionarios corruptos. De vez en cuando, las autoridades le dan un golpe al crimen organizado. Meten a la cárcel un criminal como Mario Belloso o Carlos Perla.
Acciones tímidas contra el crimen organizado es como echarle polvo al gato y esperar que deje de echar peste. No existe ningún político en El Salvador que esté resuelto a enterrar el gato muerto.
Muchos nos hemos acostumbrado a vivir con el mal olor de las instituciones públicas. Seguimos votando por el mismo partido a pesar de que algunos de sus líderes se comportan de una manera nefasta. Ningún partido político se escapa. En cada partido político existen personajes como Francisco Merino, persona célebre por emborracharse y luego disparar a un policía, y después no tener ningún problema en re-elegirse como diputado a la Asamblea Legislativa.
Hemos llegado a tal grado de indiferencia, que no exigimos energéticamente que se aclarezca la muerte de los tres diputados salvadoreños y su motorista quienes fueron masacrados vilmente en Guatemala el 19 de febrero del 2007.
Salvadoreños, compatriotas todos, ¿hasta cuando vamos a enterrar el gato muerto que yace en la calle polvorienta de El Salvador? Es inútil esperar que vengan otros a hacer el trabajo por nosotros. Es necesario que todos los salvadoreños empiecen a exigir a los políticos que se dejen de demagogia barata que no ayuda a nadie. Tomar una actitud indiferente, decir que el problema no es mío, es ignorar que todos estamos recorriendo el mismo camino polvoriento.
©2007 Manuel García

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