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miércoles, 28 de mayo de 2008

Todo el mundo merece tener un libro

En el Boulevard Constitución existe una pequeña barbería. Cada vez que visito El Salvador, y si necesito cortarme el pelo o arreglarme la barba, no dudo un instante para acudir ahí. Es un lugar limpio y muy agradable, a pesar de que está en la esquina de una calle muy transitada.
El barbero es un hombre de unos cincuenta años. Una vez, mientras me cortaba el pelo, me preguntó qué estaba leyendo. Le dije que estaba por terminar de leer El Conde de Montecristo de Alejandro Dumas. Nunca había escuchado hablar del escritor francés. Le sorprendió el tamaño del libro.
¿Qué lee usted?, le pregunté, considerando que había demostrado un interés por mi libro. Nunca he leído un libro, me dijo, aparte de las Sagradas Escrituras y unas cuantas revistas religiosas.
A través de un espejo, pude ver detalladamente las facciones del señor barbero. Se podía ver que era un hombre de pocos recursos, y que le hubiese gustado haber nacido en un mundo lleno de libros. Mientras terminaba de cortarme el pelo, continuó diciéndome, leer libros en El Salvador es muy caro.
Ciertamente. Los libros en El Salvador son muy caros, y casi no se puede obtener buenos libros. Son pocas las librerías, y no existe una red de bibliotecas públicas. Muchos de mis amigos me encargan libros que no pueden obtener en El Salvador.
La mañana siguiente, mientras me dirigía al aeropuerto, le dije al taxista que se detuviera enfrente de la barbería. El barbero se alegró en verme venir. No se imaginaba que regresaba para dejarle El Conde de Montecristo. Léalo y la próxima vez que venga a cortarme el pelo, dígame que le pareció, le dije sabiendo que estaba dando una oportunidad a un compatriota para que pudiese vivir un mundo maravilloso y fantástico, que debería estar al alcance de todos.
¡Qué libro! ¡Qué historia! me dijo la próxima vez que fui a cortarme el pelo. Hablaba como un niño, con una alegría que hacía brillar sus ojos. Todavía iba por la página 400 del libro, pero estaba viviendo como propia la venganza del personaje de la novela. 14 años estuvo en la cárcel por un crimen que no cometió, me dijo, dándome los detalles del libro cómo que yo no lo hubiese leído.
¿Y sabía que también hicieron una película?, me preguntó. ¿Vio la película?, le pregunté. No, me dijo, uno de mis clientes se admiró que yo estuviese leyendo este libro, y me informó que hasta una película habían hecho sobre la historia.
La historia se pone mejor, le dije, siga leyendo. El señor barbero tardó tres meses en leer El Conde de Montecristo. Pero nunca olvidará en su vida la historia. Yo tampoco olvidaré la alegría que detonaban sus ojos por haber leído una de las obras maestras de todos los tiempos.
¿Cuándo podrá El Salvador tener una red de bibliotecas públicas para que todo el mundo pueda leer un libro gratis?
Mientras suceda eso, es necesario que todos los salvadoreños se detengan en pensar en el impacto que tuvo un libro en la vida de un barbero.
©2007 Manuel García

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