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sábado, 21 de febrero de 2009

Señor Wil Salgado, ¿Por qué no pidió un Metro Aéreo?

Si el futuro del pueblo migueleño dependiera de un acta notarial firmada entre Wil Salgado y Rodrigo Ávila a menos de un mes de la decisiva elección presidencial, entonces, francamente, San Miguel no tiene futuro. No lo digo de mala fe. Soy migueleño, y el futuro de la ciudad me importa muchísimo.

Como Alcalde de San Miguel, Wil Salgado ha tenido suficiente tiempo para persuadir al Gobierno Central que destine fondos para implementar sistemas de regadío, mejorar calles, construir un “by-pass”, fomentar turismo, salvar el Río Grande, hacer otras obras urgentes que hagan de San Miguel el polo central del desarrollo oriental. Sin embargo, Wil Salgado se ha dedicado a pintar la ciudad con su nombre, y aunque haya sido re-elegido por un cuarto periodo, esto no implica que sea por su gran labor como alcalde. Es el gran enigma de la política salvadoreña, o bien, que todavía no se ha presentado una persona que puede articular mejor una visión realista para la Perla de Oriente.

La lista de proyectos que Wil Salgado ha pedido a Rodrigo Ávila, si éste llegase a la Presidencia, son obras que se deberían haber hecho hace bastante tiempo. Mi abuela, por ejemplo, todavía está esperando que el Alcalde Salgado, en lugar de pintar la ciudad con su nombre, destine fondos para pavimentar la calle polvorienta que le hace la vida imposible en el verano. El migueleño, como cualquier otro salvadoreño, sigue esperando que los políticos resuelvan sus problemas.

La Administración Salgado ni siquiera ha empezado a resolver el problema de la delincuencia. En colonias como La Presita, La Panamericana, etc., los pandilleros son amos y señores de las calles. Inclusive, están cobrando impuestos a la gente más pobre. Entonces, no es tener mala fe si se hace la siguiente pregunta: Señor Salgado, ¿Qué ha hecho en los últimos 9 años?

ARENA también está obligada a decirle al pueblo migueleño por qué no ha hecho lo que está prometiendo ahora a Wil Salgado, quien ha dicho que enmarcará la acta notarial para tenerla en su oficina. Ya que ha logrado que Rodrigo Ávila le firme, con su puño y letra, el compromiso de hacer obras en San Miguel, le hubiese pedido también un Metro Aéreo. ¿Por qué conformarse con tan pocas cosas?

Rodrigo Ávila no ve ningún problema en firmar un compromiso notarial con Wil Salgado. La única pega que ve, según sus propias palabras, es lo siguiente: “Lo más complicado es el paso a desnivel, pero ya tenemos empresas interesadas en desarrollar nuevos proyectos en San Miguel”. Si, ve complicado construir un paso a desnivel. Talvez será porque San Miguel no necesita pasos a desniveles para mejorar su circulación vehicular. Un by-pass, más semáforos, mejor señalización, pavimentar calles, todo esto aliviará sustancialmente el tráfico en San Miguel. Pero Rodrigo Ávila ya tiene empresas interesadas en desarrollar nuevos proyectos en San Miguel. ¡Qué Bueno! Ojala esas empresas desarrollen proyectos en San Miguel aunque él no sea electo presidente.

Firmar compromisos electorales con ARENA o el FMLN no beneficiará en ninguna manera a San Miguel. Como alcalde, Wil Salgado debería negociar, convencer y pactar con amplios sectores de la sociedad salvadoreña, principalmente con cualquiera que ocupe la silla presidencial, para conseguir fondos que puedan ser destinados a obras urgentes, por ejemplo, ayudar a los agricultores migueleños ser más eficientes, construir zonas francas para aprovechar la proximidad de San Miguel al Puerto de Cutuco, Honduras y Nicaragua. San Miguel necesita proyectarse internacionalmente.

Una cláusula en el acta notarial obliga a Rodrigo Ávila, en el caso que fuese electo presidente el 15 de marzo, a pagar un millón de dólares por incumplir su compromiso con el Honorable Alcalde de San Miguel. Un poco de seriedad, por favor. Un millón de dólares es poca cosa, especialmente si se queda con el acta notarial enmarcada en la oficina, y poca cosa es si se toma en cuenta el futuro de San Miguel. El futuro de San Miguel no se debería enmarcar en un acta notarial.

© 2009 Manuel García

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