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jueves, 4 de junio de 2009

Primero La Habana, y Luego Pyongyang

Fidel Castro, si todavía sigue conciente (cosa que está por comprobarse porque nadie, aparte de su séquito ideológico, ha logrado reunirse con él), se irá a la tumba contento. Lo que no logró durante la Guerra Fría, lo logrará con el Gobierno de Mauricio Funes: Hacer que El Salvador restablezca relaciones diplomáticas con su país.

No es ninguna novedad la noticia de que un Gobierno del FMLN normalizaría las relaciones diplomáticas con la isla comunista. Pero, ¿Qué logrará El Salvador con esto?

Es sorprendente de que la primera acción diplomática de la Administración Funes sea precisamente establecer relaciones con Cuba, en lugar, por ejemplo, de enviar a la Asamblea Legislativa un decreto para que inmediatamente los salvadoreños en el exterior puedan tener voz y voto en El Salvador.

Mauricio Funes debería recordar que el pueblo salvadoreño lo eligió para que vele por los intereses estratégicos del país, y Cuba no es un interés estratégico para El Salvador. Aquí no estoy hablando de ideología o calentura ajena. Estoy hablando de la realidad nacional y lo que conviene al país.

Es cierto que ya existen relaciones comerciales entre Cuba y El Salvador. El Grupo TACA, la principal empresa salvadoreña, ha operado casi como en casa en Cuba. Empresarios salvadoreños no han tenido problemas en hacer negocio en Cuba. Y durante los 4 gobiernos de ARENA, a nadie se lo ocurrió pedir normalizar las relaciones con la isla comunista.

Sin embargo, la cúpula ortodoxa del FMLN, guiada por su ideología revolucionaria y además de tener una deuda histórica con el régimen comunista, ha tenido como punto de honor restablecer las relaciones con la isla. Cuba fue el principal aliado del FMLN en la guerra civil. Los mandos del FMLN han sido formados por la inteligencia cubana, y no me cabe ninguna duda de que estructuras paralelas de inteligencia serán creadas en El Salvador con el apoyo del régimen cubano.

Cuba, hoy por hoy, es la cárcel más grande de Latino América. Los derechos más fundamentales, aquellos derechos que los salvadoreños conocen muy bien, que facilitaron que Mauricio Funes sea Presidente de El Salvador, son desconocidos por el pueblo cubano. Muchos hombres y mujeres están en la cárcel simplemente por pedir libertad para el pueblo cubano. Freedom House y Amnistía Internacional, entre otras organizaciones que luchan por los derechos humanos en el mundo, mantienen que existen más de 200 prisioneros políticos en Cuba. Por ejemplo, el 18 de marzo del 2003, el Gobierno de La Habana desmanteló brutalmente una protesta pacifica de ciudadanos que pedían abertura política. El régimen arrestó arbitrariamente a más de 90 personas acusados de conspirar contra la estabilidad política del Estado cubano, y 70 de esas personas recibieron condenas de 30 años en prisión simplemente por salir a las calles a protestar. Según el ranking anual de Freedom House, Cuba es uno de los 17 países más represivos en el mundo.

Mauricio Funes, como periodista, como alguien que llega al Gobierno gracias al poder del voto, debería recordar que en Cuba no se le puede criticar al Gobierno. El pueblo se muere de hambre.


Señores, no se equivoquen. Aunque los salvadoreños tenemos muchos problemas, por lo menos tenemos la oportunidad de elegir a nuestros líderes. Hay que ser consecuente. No se puede ignorar la violación sistemática del régimen cubano contra su propia gente.

Ya que tiene que aceptar que dentro de su partido existen personas que tienen compromisos con Cuba, Mauricio Funes debería pedirle a Raúl Castro que empiece de una vez por todas a dejar libre a hombres y mujeres que se están pudriendo en las cárceles por haberse atrevido a criticar al régimen comunista. Y por favor, no me digan que soy de derecha. Las cosas tienen su propio nombre y apellido.

Ya conozco el argumento: Mauricio Funes es respetuoso con la situación interna de cada país, y deja que cada pueblo decida su futuro. El problema es que en Cuba la gente no puede decidir su futuro.

La diplomacia es una herramienta importante para proteger, promover, y solidificar la agenda política del país en el mundo. No ha empezado la fiesta, y ya estamos acercándonos a una pandilla de violadores de derechos humanos. Es necesario preguntar, ¿Qué esperan a cambio de establecer relaciones diplomáticas con Cuba? Si hay que establecer relaciones con cualquier país del mundo sin importar su record en temas de derechos humanos, entonces, es posible que pronto estemos abriendo una Embajada en Pyongyang.


© 2009 Manuel García

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