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jueves, 12 de noviembre de 2009

Prevenir El Próximo Desastre Natural en El Salvador

Ningún país es inmune a sufrir desastres naturales. Pero un desastre natural, ya sea un terremoto, un huracán, un tornado, o una sequía, pone de manifiesto la fragilidad de cada país. El Salvador es un país frágil, y los salvadoreños tenemos que empezar a construir un país más seguro. Los daños materiales que causó el Huracán Ida se podrán reparar; lo que nunca se podrá reponer son las vidas humanas. La cifra de muertos convierte al Huracán Ida en el Katrina de El Salvador.
Las aguas de los ríos se desbordaron, las laderas de los cerros destruyeron casas de gente humilde. La precipitación del agua alcanzó un nivel tan alto que la corriente arrasó con árboles, piedras, y todo lo que se ponía por delante.
La destrucción que causó el Huracán Ida nos debería dar pactas para reflexionar sobre el futuro desastre que todos podemos trabajar para evitar. Mucha gente ha decidido construir casas en lugares que están peligrosamente expuestos a los caprichos de la naturaleza. Al tener cerca una ladera que no tenga una adecuada evacuación del agua, pone en riesgos las vidas de las personas. Inclusive, la ladera puede ceder en el caso de un terremoto. Recordemos Las Colinas durante los terremotos del 2001.
El Salvador tiene que invertir en construir bordas y diques de contención en poblaciones que están cerca de ríos y laderas peligrosas. Lo ideal sería reubicar a esas poblaciones en terrenos que puedan ser más seguros, pero la realidad es que eso no es factible económicamente o políticamente. Existen miles de poblaciones viviendo en zonas con riesgos de derrumbe, inundación y otros peligros de la naturaleza.
Es hora de reconstruir e invertir dinero para prevenir futuras muertes. El Salvador necesita reforestar al país. Muchas laderas y cerros en El Salvador se han deforestados y esto solamente incrementa el peligro de derrumbe de piedras y deslave de tierra. Un plan nacional para construir bordas en terrenos daría trabajo a mucha gente, y además nos ayudaría a prevenir futuro desastres.
Los salvadoreños no estamos solos. Podemos contar con la ayuda internacional para construir obras de prevención de desastres naturales. El Gobierno, la empresa privada y la sociedad civil en su conjunto deberían unificar criterios y esfuerzos para crear un Plan de Acción que identifique puntos débiles, y dé prioridad a esas zonas construyendo bordas, diques, y muros de contención que puedan detener el agua. Igualmente, el Plan de Acción debería contener una meta para reforestar gran parte del país, especialmente aquellas zonas con alto riesgos de derrumbe y deslave. Las alcaldías tienen que ser parte de este proceso invirtiendo dinero para plantar árboles en sus municipios. La gran parte de municipios de El Salvador carecen de un plan para incentivar a los residentes que ayuden a reforestar al país. El propuesto municipal debería incluir dinero para donar un arbolito a cada familia. En San Miguel, por ejemplo, si cada familia recibiese un arbolito, la ciudad tendría más sombra en las calles, y ayudaría muchísimo a proteger al medio ambiente creando aire más puro.
Finalmente, construir bordas, muros de contención, diques, y reforestar al país no debería ser politizado. Tampoco debería ser politizado el entregar ayuda a los agricultores que han perdido sus cosechas. Una vez que se declare zona de desastre, el Gobierno debería tener mecanismos establecidos para destinar la ayuda sin tintes políticos. El país ha perdido miles de hectáreas de cultivos. Habrá gente que aprovechará la calamidad para subir los precios de productos básicos como los frijoles, el maíz, o verduras. El Gobierno tiene la obligación moral de no permitir tales abusos. Si hay que importar frijoles de México o Venezuela, habrá que hacerlo negociando precios internacionales.
Si aprendemos la lección del Huracán Ida, y hacemos nuestros deberes, no tendremos que estar lamentando la pérdida de vidas humanas el próximo año. Es hora de hacer bien las cosas.
© 2009 Manuel García

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