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lunes, 24 de enero de 2011

El Mejor Regalo de Año Nuevo

Cuando mi padre en Los Ángeles estaba ordenando su colección de casettes y discos, se encontró con un casette que no tenía nombre. Le pareció extraño el hallazgo. Aún más extraño me pareció el correo electrónico con una copia audio que me escribiese mi hermano días después. El titulo del correo: “Fantasmas de tu pasado”. Mi primera reacción, sin haber abierto el archivo, era que mi hermano me enviaba algo relacionado con mi ex novia en Los Ángeles.  A esta altura de mi vida, no quiero regresar al pasado.

La gran sorpresa fue escuchar una voz de un niño de 8 años. No me podía reconocer. Era yo pidiéndoles a mis padres que no se regresasen a El Salvador. Mi hermano, de 6 años no quería hablar, pero mi tío repetía en el fondo, “va hablar otra vez Manuel, Manuel está necio…”. Quería aprovechar la ocasión para pedirle, también, una televisión a mi madre, un reloj de cuerda, las cosas que piden los niños a sus padres. Mi hermana, de tres años de edad, reía en el fondo.  

El casette, de más de una hora de duración, fue enviado a mis padres a Los Ángeles. Habla casi toda mi familia. Mi abuelo, quien iba  morir años más tarde, estaba borracho en una hamaca. Yo le pido a mi madre que le envíe $5 dólares para que compre un “pachita” de guarro. También le pido que envíe ropa a Galileo, quien ha vivido en casa de mis abuelos desde que ellos compraron el terreno. Le pido que envíe ropa a mis primos. En fin, pido para mí, y para los demás. Siendo un niño, yo me imaginaba que mis padres en Estados Unidos lo tenían fácil para enviarnos cualquier cosa, incluyendo un reloj de cuerda.

“No regresen a El Salvador”, les suplico en el casette. “Hace uno días asesinaron a René Arrieta por robarle una bicicleta que había traído de Estados Unidos”. El tono de súplica aumenta cuando describo cómo mataron al vecino por robarle lo que había traído de Estados Unidos.  Mi hermano finalmente se decide a hablar, y también pide, con seis años, que mis padres no regresen a El Salvador.

Les pido que nos lleven a Estados Unidos. “Yo hablo algo de inglés”, les digo en el casette, y repito las frases que había aprendido en la escuela. Sabía que esta era la oportunidad para convencer a mis padres que invirtieran dinero para llevarnos a Los Ángeles. “Si voy a Estados Unidos, voy aprender inglés rápidamente, juntos con mis primos” les expongo con un tono persuasivo. Pero, hagan lo que hagan, les pido que no regresen a El Salvador.

Es difícil describir las emociones que sentí cuando escuché la grabación que hicimos en un casette en 1982 a mis padres. No pude contener las lágrimas al escuchar a mi hermano que pedía un reloj de batería porque él no sabía leer la hora en un reloj de cuerda.  ¿Quién iba a decir que ese niño que no sabía leer la hora en un reloj de cuerda iba llegar a ser un ingeniero espacial? ¿Quién iba a decir que mi hermano iba trabajar en el diseño del nuevo avión de Boeing, el Dreamliner?  Nadie lo sabía, solo Dios.

Hay hallazgos que nos hacen medir el tiempo, y vernos en el espejo. Ahí estamos todos, en 1982, pidiendo a mis padres que no regresen a El Salvador porque la situación está muy peligrosa. Hablamos de la Guerra Civil. Pero, hablamos de la necesidad económica. Mi hermano pide $30 dólares para comprar útiles para la escuela, y con seis años, les dice a mis padres que la situación económica está muy difícil en El Salvador. Mi abuela menciona los problemas económicos que tiene para hacer frente a las necesidades de la casa.

Mis padres, antes de comprar la casa dónde viven en Los Ángeles, estuvieron viviendo en tres diferentes apartamentos. El casette los siguió por todas partes. Viven en una casa muy  grande. Y cuando mi padre estaba ordenando su música, encontró el casette sin nombre. Cuando escuchó las voces nuestras, cuando éramos niños, saltó de alegría. Mi madre se deshizo en lágrimas. Ella había olvidado el casette, como lo habíamos hecho todos, porque nunca se había puesto a pensar en lo largo que ha sido nuestro camino.

El casette, que había sido olvidado por casi 30 años, ha sido una de las grandes alegrías que me ha traído este nuevo año. Aquí estoy, dónde clases de negocios en una de las mejores universidades del mundo. Todavía seguimos caminando hacia adelante como familia. Ojala que caminemos hacía adelante como país. El Salvador se lo merece.

 

© 2011 Manuel García

 

 

   

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