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martes, 17 de mayo de 2011

Comer hoy, y pagar después

Standard & Poor´s y otras casas calificadoras internacionales han dado la voz de alerta sobre el nivel de endeudamiento de El Salvador. Standard & Poor's afirma que la deuda soberana del país en el 2010 alcanzó el 46%  del PIB, un aumento de 37% desde 2008. La misma casa calificadora proyecta que El Salvador puede llegar al 50% PIB de endeudamiento para finales del 2012. Además, Standard & Poor estima que la economía salvadoreña solamente crecerá un 0.1% en el 2011 y un 0.8% en el 2012. Es decir, muy lenta si se compara con otras economias centroamericanas que crecerán en un promedio de 3%.

¿Qué significa todo esto para los salvadoreños? Quizá lo más alarmante es que la economía no crece al nivel necesario para emplear a miles de personas sin empleo. El Presidente Mauricio Funes dijo recientemente que El Salvador necesita crear 250,000 empleos antes del 2014. ¿Cómo? Desgraciadamente, a pesar de las buenas intenciones, no existe un plan real para crear los empleos que El Salvador necesita.

La violencia que causan las pandillas, la inseguridad física que generan estos grupos ilícitos, está frenando la inversión privada. Mucha gente, aunque pueda, no quiere ni siquiera hacer reformas a sus casas por temor que las pandillas les pongan la “renta”. Cuando los salvadoreños no se atreven ni siquiera a pintar su casa porque temen que las pandillas les pidan la “renta”, entonces no esperemos que vengan extranjeros a invertir en El Salvador. Combatir los grupos ilícitos con todo el peso de la ley para garantizar la paz en las calles es el primer paso para crear las condiciones que puedan generar confianza a los inversionistas, nacionales e extranjeros.

Los trabajos que más necesitamos en El Salvador son aquellos que puedan ser creados por el sector privado. Estos trabajos no se crean de la noche a la mañana. El Gobierno necesita potenciar las condiciones que generan empleos dignos, estables y con futuro. Sin embargo, cuando el sector político ataca a la empresa privada verbalmente, el Gobierno no genera confianza ni resuelve los problemas que tenemos los salvadoreños. El Gobierno debe convencer, con hechos, a la empresa privada para que sea el motor que genere los empleos en El Salvador. Si en verdad queremos crear empleos sostenibles, debemos primero cambiar de mentalidad. Algunos creen que es el Gobierno el que debe crear los empleos, y no el sector privado.

Esperar que el Presidente Mauricio Funes resuelva nuestros problemas en dos años es pedir demasiado. Sin embargo, es hora de pedir cuentas. ¿Cuántos trabajos ha creado su Gobierno? ¿Por qué el nivel de violencia no baja sustancialmente?

El salvadoreño no mira mejorar su situación. El número de homicidios no baja del promedio de 4,000 por año. El derrame de sangre salvadoreña no parece tener fin. El dolor de las familias salvadoreñas sigue en aumento. No existe ningún político salvadoreño con ideas claras y con el propósito de hierro para terminar con tanta violencia. Todo lo demás es pura habladuría. Hablar por hablar, culpar a los 20 años de gobierno de ARENA tiene sentido hasta cierto punto. Pero, la hora de encarar la verdad, reconocer que no podemos echarle la culpa eternamente a nuestros opositores políticos, debe mover a los políticos a fijarse metas y cumplirlas.

Hemos llegado a una situación crítica. Si miles de familias salvadoreñas sobreviven gracias a las remesas que envían sus familiares desde el exterior, el Gobierno sobrevive gracias a los préstamos que obtiene de instituciones internacionales. El nivel de endeudamiento es tan alto que pronto no podremos ni pagar los intereses. Si nuestra deuda asciende al 50% del PIB, eso quiere decir que de cada dólar que colectamos en impuesto, debemos destinar la mitad en pagar intereses y cancelar la deuda. Si no hay gente trabajando para que pague impuesto, entonces, el Gobierno necesita recurrir a préstamos internacionales para pagar a los empleados públicos (maestros, ejército, etc.) y hacer inversiones públicas, como construir hospitales y calles. Esto equivale como si, cada vez que usted tenga que comprar comida, vaya al banco a hacer un préstamo.

En palabras fiscales, el país tiene un gran problema de caja (fluidez financiera). Es decir, tiene muchos compromisos pero pocos ingresos económicos para pagar. Debemos hacer reformas estructurales, ciertamente, cómo conseguir que aquellos que pueden y deben pagar impuesto, lo hagan. Pero lo que más necesita El Salvador es crear las condiciones que generen empleos, los cuales representan riqueza en forma de impuestos. Esto se consigue cuando existe respeto a la ley; un apoyo decisivo al sector privado; apostando por la calidad de la educación; apoyando la investigación; apoyando y diversificando la agricultura. Debemos, también, racionalizar los gastos públicos y exigir que los funcionarios públicos tengan metas y objetivos como que trabajasen en el sector privado. Debemos recordar, otra vez, que no existe almuerzo gratis. Si queremos tener un gran país, debemos pagarlo con nuestros propios impuestos.

 

© 2011 Manuel García 

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